El latigazo cervical, o WAD (trastornos asociados al latigazo cervical), se refiere a una lesión en el cuello en la que se excede el rango normal de movimiento, lo que resulta en una lesión de los tejidos blandos (con suerte sin fracturas) en la región cervical. Hay MUCHOS factores involucrados que influyen en el grado de lesión y la duración del tiempo de curación. ¡Miremos más de cerca!
Imagínese la clásica colisión trasera. El incidente en sí puede terminar en 300 milisegundos (mseg), por lo que es prácticamente imposible prepararse eficazmente para el choque, ya que una contracción muscular voluntaria típica tarda de dos a tres veces más (800-1000 mseg) en realizarse.
En los primeros 50 mseg, la fuerza de la colisión trasera empuja el vehículo (y el torso del cuerpo) hacia adelante dejando la cabeza atrás para que la columna cervical se enderece de su "forma de C" (o lordosis) normal. Por 75-100 ms, la parte inferior del cuello se extiende o adquiere más forma de C mientras que la mitad superior se flexiona o se mueve en una dirección opuesta creando una forma de "S" en el cuello. Entre 150-200 mseg, todo el cuello se hiperextiende y la cabeza puede golpear el reposacabezas SI el reposacabezas está colocado correctamente. En los últimos 200-300 mseg, la cabeza es impulsada hacia adelante en flexión en un tipo de movimiento de "latigazo".
La lesión en el cuello puede ocurrir en varias etapas de este proceso muy rápido, y muchos factores determinan el grado de lesión, como un automóvil más pequeño golpeado por un automóvil más grande, la dirección del impacto, la posición de la cabeza en el momento del impacto (peor si se gira), si el cuello es alto y delgado versus corto y musculoso, el ángulo y la "elasticidad" del respaldo del asiento y la posición relativa del reposacabezas, pavimento seco versus mojado/resbaladizo y despliegue de bolsas de aire, solo por nombrar algunos.
Algunos otros factores que pueden predecir la recuperación incluyen: movimiento limitado del cuello, presencia de pérdida neurológica (debilidad muscular específica del nervio y/o entumecimiento/hormigueo), niveles altos de dolor inicial (~ 5/10 en una escala de 0-10), alta discapacidad en puntuaciones de cuestionarios, demasiado miedo a hacerse daño con la actividad habitual y/o el trabajo, síntomas depresivos, estrés postraumático, poca capacidad de destreza, dolores de cabeza, dolor de espalda, dolor generalizado o en todo el cuerpo, mareos, expectativa negativa de recuperación, litigio pendiente, catastrofista, edad (más edad es peor) y mala salud antes de la colisión (tanto mental como física).
Las investigaciones muestran que los mejores resultados ocurren cuando los pacientes tienen la seguridad de que la mayoría de las personas se recuperan por completo y cuando los pacientes se mantienen activos y trabajando tanto como sea posible. Los estudios han demostrado que es mejor evitar la inactividad prolongada y los collares cervicales, a menos que lo indique un médico. También es una buena idea introducir gradualmente ejercicios destinados a mejorar el rango de movimiento, la resistencia postural y el control motor, siempre que al hacerlo se mantenga al paciente dentro de límites razonables de dolor. La manipulación quiropráctica restaura el movimiento en las articulaciones fijas o atascadas en la espalda y el cuello y se ha descubierto que ayuda significativamente con el dolor de cuello y los dolores de cabeza, particularmente para pacientes involucrados en colisiones de vehículos motorizados. Un médico quiropráctico también puede recomendar el uso de una almohada cervical, tracción en el hogar, masajes y otras terapias como parte del proceso de recuperación.
Es importante tener en cuenta que el miedo a la actividad normal y no participar en las actividades y el trabajo habitual puede retrasar la curación y promover problemas crónicos y discapacidad a largo plazo. Se sugiere que los pacientes eviten el uso de medicamentos opioides debido a los problemas de adicción con dichos medicamentos. El hielo y las hierbas o nutrientes antiinflamatorios (como el jengibre, la cúrcuma y los bioflavonoides) son opciones más seguras. ¡Su médico quiropráctico puede guiarlo en este proceso!