Anteriormente, discutimos cómo los discos herniados pueden reabsorberse por sí mismos, especialmente los discos herniados grandes. Pero, ¿Qué pasa con un nervio dañado? ¿También se puede reparar por sí mismo?
Primero, es importante darse cuenta de que pueden producirse daños cuando se aplica suficiente presión a cualquier tejido vivo. La anatomía de nuestros nervios incluye muchas microestructuras, como los vasos sanguíneos, que llevan el oxígeno necesario a las diversas capas del nervio. Si el nervio está privado de oxígeno el tiempo suficiente, puede haber daños en su infraestructura, similar a un ataque cardíaco que daña el músculo cardíaco.
Un nervio pinzado produce síntomas que incluyen entumecimiento, hormigueo, debilidad y, en algunos casos, sensación de ardor. Hay tres etapas de daño nervioso que pueden simplificarse en leve, moderado y severo. La capacidad de regeneración de los nervios depende en gran medida de la cantidad de daño y del tiempo que ha pasado antes de que se busque un tratamiento.
En términos generales, se ha informado certeramente que los nervios que componen el sistema nervioso periférico (los nervios fuera del cerebro y la médula espinal) tienen la capacidad de regenerarse, mientras que los del sistema nervioso central (SNC) generalmente no la tienen. Sin embargo, hay esperanza. Los investigadores han comenzado a identificar los mecanismos moleculares que pueden promover la regeneración de axones en las lesiones del SNC. Gran parte del conocimiento y la percepción derivados de estos estudios proviene del uso experimental de las moscas de la fruta, lo que se conoce como "modelos de drosophila de regeneración axonal".
La activación de un receptor importante (llamado "factor de crecimiento insulínico tipo 1 o IGF-1R) parece ser un paso esencial para que ocurra la regeneración axonal en las neuronas adultas del SNC. Estudios que utilizan el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1) como forma de tratamiento en modelos animales después de que estos sufrieran una lesión cerebral, descubrió que el IGF-1 sirve de "neuroprotector" en las primeras etapas de la lesión cerebral, y que los niveles en sangre a menudo se elevan poco después de una lesión.
En un estudio de 45 pacientes que sufrieron lesiones traumáticas de la médula espinal, los investigadores detectaron niveles más altos de IGF-1 en suero sanguíneo en aquellos que tenían una resolución neurológica clínicamente documentada en comparación con niveles más bajos que se encontraron en aquellos que no tenían remisión neurológica.
Desafortunadamente, los investigadores deben identificar algunas de las piezas faltantes en el rompecabezas de recuperación de lesiones del SNC, antes de que se pueda esperar un resultado consistente y predecible para aquellas personas que han sufrido una lesión grave de la médula espinal.
Los médicos quiroprácticos están capacitados para identificar lesiones, tanto en los nervios periféricos como en la médula espinal, también pueden trabajar en estrecha colaboración con otros expertos que manejan las lesiones neurológicas más importantes, todo en la búsqueda de colocarlo en el camino hacia ¡La mayor recuperación posible!